domingo, 21 de noviembre de 2010

FABULA DE LOS DOS MANANTIALES

I

El bosque donde sucede nuestra historia había sido en tiempos remotos un lugar frondoso con abundantes manantiales y un pequeño río que lo cruzaba de sur a norte. Después, sin que nadie supiese el motivo, la mayoría de los manantiales menguaron su caudal y el río se agostó la mayor parte del año hasta quedar reducido a un torrente por el que sólo bajaba un hilo de agua cuando llovía en los alrededores. Finalmente sólo dos de los manantiales sobrevivieron a la sequía. De todo eso hacía muchos años, tantos que sólo los más ancianos recordaban lejanamente aquellos tiempos de abundantes aguas y prosperidad.Las dos fuentes del bosque no eran públicas. Una pertenecía a la zorra, la otra al sapo. La propiedad se había mantenido de generación en generación desde tiempos inmemoriales. Ello no tuvo importancia mientras el bosque era rico en acuíferos pero cuando sólo hubo agua en esas dos fuentes los animales del bosque quedaron a sus expensas.
Viéndose zorra y sapo dueños de las escasas aguas que quedaban sólo pensaron en sacar provecho de la situación. Los animales necesitaban beber y no tenían más remedio que acudir a ellos. En poco tiempo cada uno puso en su manantial un pequeño negocio. A partir de ese momento los animales tuvieron que pagar por beber o acicalarse en los únicos sitios donde podían hacerlo.
La ambición de los dueños del agua creció en cuanto vieron que el negocio era redondo. Ellos no tenían que hacer nada más que cobrar - unos frutos, unas semillas, a cada cual según sus habilidades - todos los días, incluso varias veces al día. La ambición era tanta que cada uno de ellos soñaba con atraer el mayor número posible de animales a su manantial. Con mucho disimulo la zorra se acercaba cada mañana a la fuente del sapo para enterarse de cuánto cobraba ese día y corría después a su propia fuente para pregonar a los cuatro vientos un precio un poco menor, consiguiendo así mayor clientela.
Pronto se dio cuenta el sapo del ardid y pensó hacer lo mismo. Después de la visita de la zorra el sapo enviaba a su amiga la señora Rana discretamente a enterarse del precio en el otro manantial y él lo ajustaba un poco más. Con esta guerra de precios los animales del bosque salían ganando porque zorra y sapo estaban continuamente bajando lo que debían pagar por el agua que necesitaban. Pero los dueños de las fuentes estaban muy disgustados, especialmente en los días de lluvia cuando el pequeño torrente bastaba para cubrir las necesidades de los animales y los dejaban plantados en sus negocios.

II

Una noche la zorra fue con sigilo a la fuente del sapo antes de que éste se retirase a descansar. Lo encontró metido en su charco, hinchado como un globo.- Tú ya tienes tu agua, señora Zorra, no necesitas venir por aquí a espiar - le increpó el sapo sin disimular su hostilidad, nada más verla.
- Tranquilo señor Sapo, vengo a hablar contigo amistosamente - contestó la zorra en tono cordial mientras se sentaba junto al charco.
El sapo la miró con desconfianza y siguió con su baño. La zorra continuó
- Esto no puede seguir así, prácticamente estamos regalando el agua
- Tú tienes la culpa - increpó airadamente el sapo agitándo las patas con furia
- Y tú también - añadió muy pausadamente la zorra - lo mismo que hago yo, haces tú. Pero por nuestro propio bien vamos a olvidar ahora esas rencillas. Vengo a proponerte un plan.
- ¿Un plan? - repitió el sapo - ... A ver, suéltalo. Pero como sea una de tus tretas te aseguro que te arrepentirás.
- Verás, hasta ahora hemos estado peleando con los precios por conseguir acaparar el negocio del agua pero eso como ves no ha funcionado. Ni tú ni yo hemos conseguido aumentar nuestra clientela. Al contrario, cada vez ganamos menos porque estamos poniendo el precio cada vez más bajo.
- Eso es verdad - señaló el sapo empezando a interesarse por lo que decía la zorra. Esta continuó
- Entre tú y yo tenemos toda el agua del bosque, toda ¿lo comprendes? Los animales no tienen más remedio que venir a comprarnos la que necesitan, no importa a que precio la pongamos, no tienen elección. ¿Por qué pelear por el precio? No es necesario, nos perjudicamos sin motivo. Vengo a proponerte que a partir de mañana pongamos los dos exactamente el mismo precio. Vamos a subir el agua los dos por igual, la mitad del pastel para cada uno. Un pastel muy grande. ¿Qué te parece la idea?
El sapo se mantuvo unos instantes en silencio, después miró a la zorra con una sonrisa maliciosa y dijo escuetamente
- ¡Hecho!

III

A la mañana siguiente un gran alboroto recorrió el bosque de punta a punta. Los más madrugadores alertaron a los demás de la enorme subida del agua durante la noche. Algunos discutían con la zorra o con el sapo- ¿Qué voy a dar de comer a mis hijitos si he de darte todas las semillas que tengo? ¿Cómo puede ser que por lo que ayer me pedías diez hoy me pidas cincuenta?
- Lo siento mucho señora Tórtola pero la fuente hay que cuidarla y eso lleva muchos gastos. Hay que limpiar, hay que pulir y mantenerla en condiciones para que podáis usarla. Yo misma tengo también mis necesidades que no puedo atender porque me paso el día cuidando de la fuente. Mejor será que dejes de quejarte y vayas por más semillas cuanto antes.
- Pues más lo siento yo, señora Zorra, me voy a la fuente del sapo que tiene un precio más razonable. Y no volveré por aquí - añadió la tórtola dignamente mientras elevaba el vuelo en dirección al manantial del sapo.
- Ya lo creo que volverás - murmuró la zorra con sarcasmo.
Poco tardaron la tórtola y los demás animales del bosque en comprobar que en ambas fuentes había los mismos precios y la misma intransigencia. Acuciados por la necesidad no tuvieron más remedio que allanarse a las exigencias de la zorra o del sapo.
El malestar en el bosque aumentaba día a día. Desde la subida del agua los animales pasaban la mayor parte de su tiempo intentando recolectar pequeños frutos y semillas para poder usar las fuentes y el bosque estaba agotando sus recursos rápidamente.
La señora Ardilla tuvo la idea de convocar una reunión para buscar modo de solucionar el problema. Se hizo en secreto para que la zorra y el sapo no se enterasen de nada ni pudiesen enviar algún espía. Se reunieron bastante antes de la salida del Sol en un pequeño claro lejos de las fuentes. Durante un buen rato los animales se dedicaron a expresar su indignación, a repetir una y mil veces que así no se podía seguir, a lamentarse de que en poco tiempo no habría ni siquiera comida que recolectar. Todos estaban de acuerdo en señalar con gran escándalo la importancia del problema, pero cuando llegó el capítulo de ofrecer ideas para solucionarlo... llegó el silencio. ¿Cómo convencer a los dueños del agua? Les parecía imposible.
Cuando el desánimo empezaba a extenderse por la reunión el viejo buho tomó la palabra
- Amigos, escuchadme. Tengo una idea que no puede fallar. No podemos obligarles a bajar el precio pero somos libres de comprar el agua a uno o a otro. Propongo que a partir de mañana todos usemos una sola de las fuentes, igual da una que otra, pero sólo una.
- Pero el precio será el mismo, así no arreglamos nada - señaló el señor Jilguero
- De momento sí - continuó el buho - pero en muy poco tiempo aquél de los dos que no venda nada se desesperará y no tardará en bajarlo para que volváis a comprarle. Entonces haremos lo contrario, iremos todos a comprarle a él de modo que el otro no tendrá más remedio que bajar precio también. Controlándolos de esta manera os aseguro que podemos conseguir los precios que queramos. A vosotros os da lo mismo un pozo que otro, a ellos no.
Los animales comprendieron rápidamente la ingeniosa estrategia del buho y se propusieron seguirla al pie de la letra. Por sorteo se decidió que por el momento todos utilizarían sólo el manantial de la zorra.
El señor Sapo se extrañó mucho cuando bien entrada la mañana su manantial estaba solitario, ningún animal había acudido a beber. A mediodía comprendió que eso no podía ser normal. Envió a la rana a curiosear lo que sucedía en casa de la zorra y las noticias que trajo lo sacaron de quicio.
- Esta tramposa y ladina zorra me la ha vuelto a jugar, ya me extrañaba tanta amabilidad por su parte. Se ha quedado por fin todo el negocio no sé con qué artimañas. Pero esto no va a quedar así...
Como había pronosticado el buho el señor Sapo bajó su precio. Entonces fue la fuente de la zorra la que quedó desierta hasta que se acercó a espiar y vio lo que sucedía. También ella tuvo que abaratar su agua. Los animales, bien aconsejados por el señor Buho, jugaron con las dos fuentes una y otra vez castigando con su boicot a uno o a otro hasta que el precio del agua les pareció justo.
La calma y la prosperidad volvieron al bosque. Zorra y sapo aprendieron la lección y nunca más volvieron a intentar abusar de las necesidades de sus vecinos.

1 comentario:

  1. Cuando se copia un texto de algún sitio, sobre todo si consta el autor y el copyright, no se obra bien, pero, al menos, hay que indicar el autor y mantener el copyright, ¿no le parece? La Fábula de los dos manantiales que aquí ha copiado tiene el siguiente:

    © Fernando Hidalgo Cutillas - Barcelona 2008-2015

    ResponderEliminar